Solo cuando dejamos de ser, abandonamos el yo, solo el vacío puede ser llenado por la plenitud de Cristo. Ahí en nuestro "yo no puedo" es dónde podremos decir todo lo puedo en Cristo. Todo esfuerzo humano para nada es de provecho si anhelamos vivir una vida plena en Cristo. Solo cuando el Espíritu de Cristo tome el control absoluto de nuestro ser obtendremos por Gracia la victoria sobre nuestro yo. No deberíamos temer dejar de ser para obtener algo más alto, más sublime.
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