Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus discípulos y le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?
Mateo 8:23-27, Mr. 4.35-41; Lc. 8.22-25
Hay momentos en que nuestras vidas parecen estar en medio de una tempestad tan grande que nos hace sentir que nos hundimos. Las olas arremeten a nuestra vida una y otra vez y parece que no hay manera de salir a flote. Nos sentimos ahogadas, sin poder respirar, sin tener un minuto de paz, ¿alguna vez te sentiste así?¿Queriendo gritar basta, no puedo más? Los cambios, las culpas, las pérdidas, las incertidumbres inundan tu mente con miedos, pensamientos sombríos, preguntas imposibles de responder, preocupaciones imposibles de controlar. Nuestra mente se llena de ruidos, ansiedades, como si tuvieras una furiosa tormenta dentro de ti. Nuestras acciones actúan en consecuencia a nuestros pensamientos. Por ende, andamos por la vida irritables, quejosas y enojadas o con tristezas, sentimientos angustiantes y ansiedades incontrolables.
Si estás en esta condición y no haz logrado salir de esta situación desesperante, es porque necesitas pasar una nueva faceta de tu relación con Dios, de tu comunión con Dios, una relación más profunda. Necesitas descubrir más sobre tu Señor y mirar en el espejo de Su palabra para entender tu verdadera naturaleza.
Juan Calvino dice en su comentario bíblico: "Si las angustias crecen hasta tal punto que casi nos abruman, creamos que Dios lo hace con el mismo diseño de ejercer nuestra paciencia o de sacar a la luz de esta manera nuestra debilidad oculta; como vemos que, cuando los apóstoles fueron cubiertos por las olas, se descubrió su debilidad, que anteriormente estaba oculta."
¿Por qué teméis, mujer de poca fe?
Amada, es tiempo de ver realmente a nuestro Señor, ver como calma el mar, sentir su toque en nuestra vida, ver con los ojos de la Fe, confiar plenamente en su soberanía y en que es un padre amoroso que vela por nuestras vidas ahora y siempre. Comprender que TODO lo que sucede, lo bueno y lo malo, es para SU GLORIA. Para esto, debemos reconocer que necesitamos aferrarnos de Él a toda hora y en todo momento. Esta dependencia va en contra de nuestra naturaleza caída que cree que puede controlar todo y ser autosuficiente. Por eso, es hora de rendirnos incondicionalmente a Él. Es hora de poner toda nuestra fe, nuestra confianza en Él en todo aspecto de nuestra vida, por más minúsculo que sea.
Solo así, Él calmará la tempestad. Y conocerás al Hombre-Dios que los vientos y el mar le obedecen.
"Confíen en el Señor para siempre, porque el Señor, el Señor mismo, es la Roca eterna." Isaías 26:4
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Part The Waters / I Need Thee Every Hour
Cuando creo que me estoy hundiendo
Separa las aguas, Señor
Cuando siento las olas a mi alrededor,
Calma el mar
Cuando lloro pidiendo ayuda, oh, escúchame Señor
Y extiende tu mano
toca mi vida
Todavía la tormenta furiosa en mí
Te necesito cada hora, Señor misericordioso.
Ninguna voz tierna como la tuya puede permitirse la paz
Te necesito, oh te necesito
Cada hora te necesito
Oh, bendíceme ahora, mi Salvador.
vengo a ti
Te necesito cada hora, en alegría o dolor.
Ven rápido y permanece, o la vida es vana
Te necesito, oh te necesito
Cada hora te necesito
Oh, bendíceme ahora, mi Salvador.
Vengo a ti, sí
Oh, bendíceme ahora, mi Salvador.
vengo a ti
Cuando creo que me estoy hundiendo