“Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes.” Gen 3.20
Con Eva podemos observar que la mujer no solo fue creada para ser ayuda idónea sino también madre. Desde el principio, Adán sabía que Eva sería la primera madre en la tierra. Sin embargo, el rol de madre no debería desplaza el rol de ayuda idónea.
Todas las cosas bajo el sol tienen un tiempo y un momento - Eclesiastés 3:1-14
Como mujer casada hay un tiempo en que debemos ocuparnos de aprender a ser ayuda idónea. Si bien este aprendizaje será durante todo nuestro matrimonio, podríamos enfocarnos y sentar las bases durante los primeros años de casados antes de que Dios traiga los hijos.
Los hijos son demandantes y pueden provocar desenfocarnos de nuestra doble función, esposa y madre. Dios nos hizo increíblemente aptas para cumplir este doble rol con la ayuda de su Espíritu. Si bien podemos ser madres, sin ser esposas, Dios quiere que seamos primeros esposas y luego madres. Aprovechemos bien el tiempo con sus esposos antes de que vengan los hijos. Nosotras también debemos aprender a convivir sabiamente con ellos ya que este aprendizaje requiere de las dos partes. Aprende a expresar tus pensamientos y emociones más profundos a tu esposo, deja que él pueda conocer la sensibilidad de tu ser, tus necesidades de afecto, cariño. Sentirse amada y comprendida te ayudará a atravesar los tiempos difíciles con niños pequeños. Aprende a respetar a tu esposo para poder ser de ejemplo a tus hijos. Ellos miraran la forma en que tú tratas a tu esposo y seguirán tu ejemplo, para bien o para mal.
"Contrariamente a la creencia popular, la más importante característica de una mujer piadosa no es la relación de ella con sus hijos. Es su amor para con su marido. El amor entre marido y mujer es la clave auténtica que conduce a una familia próspera." (2006, MacArthur en Doce mujeres extraordinarias)
Si aún no han llegado hijos a la familia, descansa en Dios, y aprovecha el tiempo.
Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría. - Salmo 90.12