sábado, 15 de febrero de 2020
Un jazmín que sigue perfumando
Cuando joven conoció al jardinero u desde entonces se dejó cuidar por esas manos expertas, gentiles, fuertes y seguras.
Algunas veces tuvo que soportar podadas difíciles, dolorosas, pero siempre supo que eran necesarias y las aceptaba con actitud agradecida. Otras veces las sequías, las tormentas o las plagas le dejaron cicatrices y aún en medio de pruebas seguía creciendo, florenciendo y alegrando a quienes estaban a su lado.
Las flores de jazmín no son de impactante belleza ni profusión de color; su blancura inmaculada, su hermosa sencillez y su agraciada forma la hacen especiales. Sin embargo, lo que se destaca de ellas y no tiene comparación es su perfume. Aún sin ver la planta o la flor, ya se percibe su presencia, porque la fragancia que emana deja una huella exquisita.
Así fue ella, como su flor preferida. Durante largos años de servicio perfumó vidas: en las aulas de una escuelita rural; en su iglesia, que la vio liderar diversos ministerios; en el vecindaio, dónde se la sigue extrañando; y especialmente en su familia dónde inspiró, con su fragancia, ideales de excelencia y de eternidad.
Hace poco entendí mejor cuánto se asemejan ella y su flor. Su enorme jazminero se cubrió de blanco y parecía que cuantas más flores obsequiábamos más florecía. Esa fue su misión: Dar.
Dar atención, amor, consejos, tiempo, recursos, consuelo. Su pasión fue dar a conocer el mensaje de salvación eterna, y cuánto más se daba en servicio a los demás, producía más flores y más perfume.
Lo que conmovió mi corazón es una caracteristica que sólo tiene el jazmín: aún cuando se marchite u se seque su flor, ¡sigue perfumando! ¡Qué coincidencia! Aunque si vida terrenal se marchitó, su perfume permanece en la memoria, los corazones y los pimpollos que siguen florenciendo gracias a su influencia.
Dios me regaló el privilegio de ser uno de los retoños de ese jazmín. Mi oración y ruego es poder continuar con ese legado de servicio fragante para la gloria de Dios. Tengo además la certeza de que la flor, hoy marchita, volverá a florecer y seguir perfumando cuando dentro de muy poco tiempo, el Jardinero la llame a la vida.
Patricia L Muller, homenaje a su madre Dora.
lunes, 10 de febrero de 2020
Mujer, depended sólo de Dios
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5
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